domingo, 7 de febrero de 2010

Memorias inservibles


Lo recuerdo como si fuera ayer. Estaba sumido en mi mente mientras observaba unos cuadros de pintura, cuando apareció por primera vez. Algo me dijo que era 'ella', y desde ese momento que lo creo feacientemente. Podrán pensar que estoy loco, y lo estoy. No me interesan los demás, no me importa cómo me vean ni lo que piensen de mí. Desde ese momento que nada importa más que nuestra historia.

Caminamos un rato hasta que llegamos al lugar que nos serviría de refugio momentáneo. Se mostraba distante como siempre. Yo no pensaba en otra cosa más que en ese momento. El mundo dejó de existir para mí durante unas horas, quizás días, meses o incluso años. No importa ya.

Jamás olvidaré cuando la miré a los ojos y tenían un brillo especial. Sentí que era su alma la que se reflejaba a través de esos dos bellos globos cristalinos. Enmudecí por un lapso indeterminado, pero traté que no se extendiera tanto para que pasara inadvertido. Más adelante le hablé del extraño destello de sus ojos, pero obtendría otra respuesta esquiva. Qué más da.


Fueron las horas más cortas de mi vida. No sé si se repetirá. La verdad es que me he resignado. Quizás sea hora de dar vuelta la página de una vez por todas y dejar todo atrás. Nadie saldrá herido, o al menos ella estará bien. Yo jamás me acostumbraré a pasar por alto lo que siento, pero un hombre debe saber cuando dar media vuelta y seguir su camino.


Mis palabras pueden sonar repetitivas. Puedo ser otro más de su lista... Vale decir que no tengo la intención de que ella lea esto. Es difícil que lo haga, pero no imposible. Si sucede, sólo ella sabrá que estoy hablando de nuestra historia. Y dará vuelta la cara hacia otro lado, como tratando de evitar sentirse querida. Cerrará las puertas una vez más. Pero no puede borrar el pasado, ni menos la huella que dejó en mí.


Odio sentirme tan vulnerable. Esto llegará a su fin, muy pronto.